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Una mirada melancólica se adivina en sus ojos entreabiertos. Unos ojos que a lo largo de los años han visto horas y horas de fútbol, y siempre desde un lugar privilegiado. Porque comenzó como centrocampista, viviendo el juego desde la sala de máquinas y, cuando decidió poner punto final a su larga carrera deportiva, se transformó en entrenador para llegar a la cima. Sigue leyendo